Written by Rotafolio

Voces reencendidas

Voces reencendidas

– Javier Corral Jurado

18 de marzo de 2002

Hubiera deseado que el conjunto senatorial escuchara en forma directa las voces valientes de los personajes que participaron tanto en el foro como, de manera primordial, en la audiencia del jueves 13 de marzo sobre la reforma de la Ley de Radio y Televisión, y comprobara que figuras representativas – en diversas etapas y circunstancias -, de la lucha por la libertad de expresión y la democratización de los medios, no sólo no temen o resisten una nueva legislación, sino que con toda claridad han llamado al Congreso a legislar y a no posponer esta necesaria reforma.

No es casual que Miguel Ángel Granados Chapa, Carmen Aristegui Flores, Raúl Trejo Delarbre, Ernesto Villanueva y Jacobo Zabludovsky, hayan hablado como lo hicieron esa mañana en la que tan sólo tres senadores los escuchamos. A ninguno le podríamos regatear el prestigio profesional con que ejercen la actividad que los destaca en el país, como de los mejores en su ramo. Por eso pueden unir a su talento el valor de sus convicciones en lo que dicen. Se han ganado una licencia dentro de sus propios medios para decir lo que piensan.

Vive, por ejemplo, Zabludovsky una etapa nueva de su vida profesional en los medios. La ejerce con mucha mayor independencia política y, en ese mundo de la radio en el que pareciera liberado, combina la fuerza de sus palabras con su experiencia larguísima. Si alguien nos puede alertar de los presiones, los intereses y las resistencias es Jacobo; y si alguien nos puede advertir de las urgencias es también él.

Así lo hizo, y en esa generosidad está la mayor aportación de su participación sin desperdicio: “Frente a los vientos de cambio está el enorme Gibraltar de los intereses creados. Frente a eso luchamos ¿Y cómo lucha el que quiere el cambio?, como lo estamos haciendo. ¿Y como lucha el que no quiere?, tratando de poner todos los obstáculos posibles para que se mantenga la situación tal y como ha estado y como está hasta la fecha. Y esos intereses son muy poderosos, no actúan solos, hemos visto actos de solidaridad públicos en el mes de octubre y posteriores, en algunas agresiones violentas, al margen de la ley que no provocaron la reacción oportuna y enérgica por parte de quien debió actuar”.

“Debemos lograr – sigue Jacobo -, que no nos frustremos una vez más como a lo largo de tantos años en la discusión de este tipo de reglamentación, para impedir que triunfen ciertas actitudes que ya se están notando, que ya están saliendo a la superficie. Que con el pretexto de un más detallado estudio de todos los sectores, pospongamos lo que queremos hacer ahora. La posposición equivale a la enfermedad y muerte de los proyectos. Luchemos primero por fortalecer la voluntad del Poder Legislativo de llevar a la práctica y convertir en ley lo que ya es un anhelo popular. Eso es muy importante, porque estamos preparando el mole, y alguien quiere que no encendamos el anafre. Permitir cualquier posposición sería hacer el juego a la situación creada y permanente”.

Frente a la voz de Jacobo que, se reconoce como “recién llegado a esto”, se expresó también sin rodeos la palabra orientadora y señera de Granados Chapa, el entusiasmo libertario de Carmen Aristegui, la documentada investigación de Trejo Delarbre y el rigor jurídico de Ernesto Villanueva. Trayectorias con más tradición en la batalla por democratizar los medios acudieron a repetirles a los legisladores viejas propuestas de antiguos encuentros similares y de un sin número de consultas llevadas acabo en foros, que han convocado a casi todos, en donde se ha escuchado a muchos y hasta hoy, no se le ha hecho caso a nadie. Voces reencendidas en la esperanza de una ley moderna, con emoción por el mañana de una industria de la radio y la televisión que, sin dejar de ser negocio para la ganancia privada, sea también industria cultural con utilidades públicas. Que haya libre empresa, pero también libertad de expresión.

Con Gramsci, Granados Chapa repitió: “Acudo a esta audiencia con optimismo de la voluntad, y pesimismo de la inteligencia. Porque he participado en reuniones análogas a ésta, innumerables veces”. Luego leyó una proposición que presentó el 28 de noviembre de 1975, hace más de 27 años, y que conserva intacta la vigencia de la reflexión sobre la reforma de la Ley de Radio y Televisión, pues toca centralmente desde entonces que la repartición de los medios de comunicación “no se hace con la regla: necesidades sociales, sino en función de intereses políticos y económicos”.

Uno de los mayores investigadores de la Comunicación en México, el doctor Trejo Delarbre, acudió a la audiencia con un “documento inalterable” por lo macizo de sus argumentos, pero también con sentimientos encontrados: “en una mezcla de espontánea expectación, de ilusionado voluntarismo y de razonable suspicacia. La reforma legal para la radio y la televisión es una asignatura que hace mucho tiempo hemos considerado impostergable, no hay una sola razón sólida, en el terreno jurídico, ni en el campo de la política que justifique su aplazamiento”.

Con varios libros de su autoría bajo el brazo – sobre derecho comparado de la información -, Ernesto Villanueva asestó puntual: “El país cuenta con una normatividad en la materia digna de ser parte de un museo, es una pieza arqueológica jurídica, la Ley Federal de Radio y Televisión de 1960. Su reforma es un imperativo que no admite demora”.

Y luego directa, claridosa como lo hace cuando lanza preguntas a sus entrevistados, Carmen Aristegui interrogó con frases lapidarias: ¿vamos por la refundación, como dicen algunos, o vamos haciendo tiempo para la restauración?, ¿Es verdad que los legisladores hoy tienen una disposición distinta?, ¿vamos a tener los trabajadores de los medios el marco legal que garantice nuestras libertades?, ¿podrá la sociedad mexicana ver garantizado su derecho a la información?, ¿van a legislar para que la radio y la televisión se afiancen con los pasos promotores de la vida democrática mexicana?, ¿no tenía esta Legislatura una responsabilidad histórica? La pregunta es: ¿esta vez vamos a tener Congreso?”

¡Que audiencia! Demoledora en los argumento y estrujante para la conciencia. Ojalá que exista Congreso; por lo pronto comunicadores sí tenemos.