No me sorprende la regresión corruptiva en Chihuahua, señala Javier Corral

No me sorprende la regresión corruptiva en Chihuahua, señala Javier Corral

Crónica

La entidad gobernada por la panista Maru Campos apareció como la de más rápido avance en la corrupción de gobierno. Para el gobernador que la precedió es algo esperable de una gobernante, asevera, que siempre estuvo ligada a César Duarte.

A mí no me sorprende, indica Javier Corral con tranquilidad sobre el hecho de que Chihuahua está a la cabeza de la corrupción detectada por las encuestas del INEGI. De acuerdo con estos datos, en dos años se duplicaron los ciudadanos y empresarios que debieron dar entres o moches para poder hacer un trámite o salir bien librados de una supervisión de gobierno.

“Con toda sinceridad, era previsible que todo se descompusiera, lo que quizás pudiera sorprender es la velocidad de la regresión”, señala en una plática con Crónica al subrayar que “estaba dicho que al regresar el “maruduartismo” regresarían muchas de las prácticas y formas de operar del grupo político más corrupto de la entidad”.

La situación fue clara, desde un primer momento, agrega Corral: cuando él es gobernador y el PAN empieza a coquetear con la posibilidad de que Maru Campos sea su candidata a gobernadora, “yo advertí con toda claridad al partido de los vínculos indisolubles de María Eugenia Campos con Cesar Duarte”.

–¿Ese es el origen de una escalada de la corrupción que detectó INEGI en Chihuahua?

–Desde el inicio de la administración de Campos afloraron condutas de corrupción que enviaron un pésimo ejemplo a los servidores públicos de Chihuahua, cuando se ve a la gobernadora protegiendo al exgobernador Duarte, al grupo de cómplices, se envía un mensaje desastroso y el funcionario de abajo, al saber que el de arriba está pidiendo moches, que regresan los contratos con sobreprecios, los regalos multimillonarios a los patrocinadores de campaña, se crea un ambiente de impunidad en el que se dice ‘si los de arriba están haciendo esto, porqué nosotros no…’

–Cuando era gobernador y venía la sucesión, usted se opuso a que el PAN la nombrara candidata…

–Al investigar la corrupción de César Duarte se detectó lo que se conoció como la nómina secreta, el conjunto de actores políticos, religiosos, empresariales, sociales que era parte del mecanismo corruptor. En esa nómina secreta apareció María Eugenia Campos y el actual fiscal César Jáuregui Moreno. Lo digo como es, yo no iba a hacerme de la vista gorda y no iba a hacer una excepción respecto a lo que los Ministerio Público habían encontrado.

Con la investigación en curso, ella me buscó y ofreció que toda la culpa recayera en César Jáuregui, que él estaba dispuesto a asumir toda la responsabilidad. No me presté a algo como eso. Y sin embargo, el PAN decidió hacerla candidata a gobernadora. Les dije que no estaban entregando el estado a Maru Campus, sino a César Duarte, quien cogobierna hoy con ella.

Campos terminó liquidando un presunto adeudo que nosotros siempre resistimos: el de la construcción de la Ciudad Judicial. En cuanto salí del gobierno y entró ella, llegó a un acuerdo y pagó 513 millones de pesos de uno de los abogados que aparecen en la llamada nómina secreta de Duarte.

–¿El efecto corrupción es sistemático, entonces?

–María Eugenia Campos mandó cambiar la Ley de Adquisiciones estatal para tener manga ancha, se amplió el catálogo de excepciones, para no licitar, e incluso se reserva la información de sus viajes, incluyendo uno a las Bahamas. Luego hubo problemas de corrupción en el sector educativo, en uniformes y paquetes escolares, un tema que logró llegar al conocimiento público. Generó mucha molestia en el estado el contrato de 36 millones de pesos para imprimir unos folletos horribles, inocuos, en blanco y negro, casi sólo para colorear, y que dijo eran para sustituir los libros de texto que se negó a distribuir. Más allá del contenido de los libros de texto, fue un caso ostensible de corrupción al adjudicarse el contrato a una empresa propiedad de su secretario de turismo. Esta información también la clasificó como reservada.

Y ha tenido excesos que han cimbrado la opinión ciudadana: gastó cerca de 38 millones de pesos en apoyar una obra de teatro, La Golondrina y el príncipe, que tuvo sólo 12 funciones.

Y un asunto más de ejemplo, que ha generado desconfianza social, es que al día de hoy no se ha podido justificar un presupuesto mil 645 millones de pesos destinado a los pueblos indígenas de la entidad y del que el 90 por ciento no se sabe a dónde fue a para. En fin, hay cosas ostensibles.

–Sorprendió que Chihuahua aparezca así en las cifras de INEGI porque se supondría que es una entidad con partidos políticos, medios de comunicación y sociedad civil de larga tradición de lucha en contra de ella…

–El PAN olvidó su compromiso con el combate a la corrupción, hoy todo lo justifican con tal de ganarle a la 4T y eso mismo ha irradiado en muchos sectores, entre empresarios, que antes estaban muy preocupados por la corrupción de César Duarte y que hoy la justifican con tal de que Morena no gane. Pienso que el deterioro es de liderazgos morales; en el sector empresarial se acabaron los referentes que fueron tan importantes en las décadas de los ochenta y noventa, y los medios de comunicación dejaron de ser un contrapeso.

El PAN de Chihuahua fue un referente nacional de resistencia civil al fraude electoral, pero mirémoslo ahora, junto a los que hicieron el fraude electoral en 1986.

Todo esto explica que en sólo dos años, se revirtió todo en materia de corrupción gubernamental en Chihuahua.

–¿Le advertiría a Morena algo sobre este tipo de riesgos?

–Morena tiene que cuidar muchísimo, muchísimo, su crecimiento, no puede supeditar su lucha histórica a las ansias de ganarlo todo, tiene que cuidar la selección de candidatos y no dejarse llevar por la ambición de ganarla todas de todas y con quien sea. Cuando el PAN dejó de lado la integridad y justificó actos de corrupción, empezó a hundirse. Morena en poco tiempo ha logrado mucho en términos electorales, pero también se le ha metido de todo. En Chihuahua hay duartistas operando dentro de Morena. El alcalde de Ciudad Juárez, Cruz Pérez Cuéllar, es más leal a Duarte que a AMLO o a Sheinbaum. Duarte tiene otro operador directo en el candidato morenista de Parral, Otto Valles. Que poque ganan las encuestas… ¿y la ética? ¿y la lucha histórica de la izquierda por dar instituciones justas? Es una cosa brutal…

Fuente: https://www.cronica.com.mx/nacional/me-sorprende-regresion-corruptiva-chihuahua-senala-javier-corral.html

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