«La respuesta de las élites política y empresarial ha sido reaccionaria, elitista, mediocre en los argumentos y ayuna de propuestas; se juntó la visión reduccionista del empresariado mas inconsciente, con la derrota moral de la oposición más corrupta»
Se ha dicho y con razón que la polarización ya estaba entre nosotros desde hace mucho tiempo, con su peor rostro que es la enorme desigualdad social y la pobreza. La brecha insultante entre un reducido sector de la población que ha concentrado la riqueza y privilegios, con la inmensa mayoría de la población que carece de bienes y servicios básicos. Hambre y miseria en muchas regiones de México.
En ese contraste, aumentado por las canonjías y los privilegios que un puñado de los más ricos se ha granjeado desde el poder en turno a lo largo de las últimas décadas, creció la humillación social donde ahora se anida la revancha popular en contra de esas élites. El Presidente Andrés Manuel López Obrador se ha erigido en el vengador de esa afrenta y mediante la confrontación permanente atiza el fuego para que la llama no sólo no se apague, sino crezca. Su método, ha sido el ejercicio mañanero de la conferencia de prensa con la que diariamente recuerda esa realidad, y desde donde también provoca, descalifica.
La respuesta de las élites política y empresarial afectadas – con toda la red de intereses que manejan o influyen -, ha sido como si el propio Presidente de la República la hubiera diseñado: reaccionaria, elitista, mediocre en los argumentos, abundante de insultos, y ayuna de propuestas; se juntó la visión reduccionista del empresariado más inconsciente, con la derrota moral de la oposición más corrupta.
El paso siguiente fue darle la razón histórica a López Obrador en el terreno electoral cuando finalmente se institucionalizó la alianza del PRIAN en el 2021. La mejor propuesta que se les ocurrió frente al presente es regresarnos al pasado, mediante una suma aritmética de los restos de los partidos, ahora maiceados por el dinero de los más ricos.
Desde entonces el encono no deja de crecer en los bandos enemigos, se extiende militantemente en el conjunto de los medios de comunicación, en los poderes, las instituciones públicas, atraviesa ya a las iglesias, los profesionistas, y todo lo contamina, lo devora. No hay margen para abrirse paso en el diálogo, la reflexión o el debate internos; los dos polos expulsan de igual manera la crítica, la disidencia, y mientras unos viven en el mundo de los otros datos, el polo opuesto se engaña con su propias magnificaciones, “la dictadura”, “el comunismo”.
Se ha venido desarrollando de esta manera una especie de fatalismo político, que coloca el destino de México en la suerte de la elección presidencial de 2024: sólo puede haber congruencia social o vida política democrática si hay un alineamiento con los polos. En esa fatalidad se arrinconan o refugian los peores intereses confrontados, da pie a los extremismos ideológicos, es argucia para los logreros, y pretexto para los corruptos que quieren asegurar su impunidad a perpetuidad. El fatalismo opositor no es mas que el reforzamiento de la polarización oficialista, que erosiona el instrumento más importante de la democracia, la libertad, y uno de sus frutos más trascendentales, la pluralidad política.
Ante este escenario, estoy convencido de que México necesita una nueva alternativa política partidista. Ahora existe una imposibilidad constitucional para formar una nueva opción, pero hay quienes la buscan y la han dibujado desde una visión de “izquierda democrática”. Gilberto Guevara Niebla escribió hace poco más de un año, en un esplendido texto “La decepción y la esperanza”, su angustia por la orfandad política que nos circunda.
“Los actuales partidos de la oposición portan sobre sus espaldas una historia de errores, oportunismo o infamia. El PRD jamás asumió con claridad los valores y principios de la democracia; el PAN, por otra parte, no pudo nunca explotar la vena democrática de Manuel Gómez Morín”.
Coincido con su descripción y el trazo de su propuesta: “Una nueva opción democrática debe construirse con un nuevo proyecto nacional y una nueva ética política. El México que debemos edificar es un país democrático, unido y, al mismo tiempo, plural, donde impere el diálogo público inteligente, un país igualitario, construido con una economía pujante, no cerrada sino abierta al mundo, con respeto absoluto a los derechos humanos, con Estado fuerte, fundado en la ley y los valores y la fuerza interior de sus habitantes”.
En un diálogo personal le expresé mi coincidencia, sin problema por la definición de izquierda democrática, pero sugiriendo un segundo apellido, humanista.
Mientras eso llega o no, un viejo “lobo de mar”, Dante Delgado Rannauro, ha expresado como colofón de la reciente convención nacional democrática extraordinaria de Movimiento Ciudadano, que participarán en las elecciones del 2024, sin alianzas, esto es, irán solos. Lo cual constituye un auténtico re acomodo de los escenarios electorales frente al fatalismo de la polarización. Desmarcarse desde ahora de la “vieja política” léase PRIAN, puede dar un crecimiento insospechado a esta organización porque hay muchos ciudadanos que creen en “lo efímero y la imperfección del mal que nos asiste y atrapa”. Que no están dispuestos a aceptar el dilema casi ineluctable: populismo o corrupción.
Por supuesto tiene retos formidables el Movimiento Ciudadano, el mas importante fortalecer el debate y la democracia interna, transparentar sus decisiones, rendir cuentas, y cuidar en sus ansias de crecimiento, el reclutamiento de liderazgos de prestigio y militantes comprometidos. De hecho creo que esa definición de apostar por ellos mismos en el 24, se constituirá también en un proceso de depuración interna, de quienes en los estados de la República, juegan más con el PRIAN, que con la propia organización que los cobija.
Si a la decisión anunciada se agrega también una definición ideológica y programática, un claro proyecto de Nación y una propuesta de gobierno que reivindique el Estado de Bienestar y todos los derechos para todas las personas, entonces habrá algún respiro frente a la polarización.
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